lunes, 28 de marzo de 2011

¿Hacemos una porno? ... Amor al fin y al cabo



"Zack and Miri Make a Porno" (¿Hacemos una porno? en España) es una comedia romántica aunque parezca mentira en un principio. Tenemos a dos amigos de toda la vida, Zack y Miri (Seth Rogen y Elizabeth Banks), que comparten piso, vida y confidencias pero no cama, es decir, amiguísimos de la muerte y nada más. Los problemas empiezan cuando les cortan la luz y el agua del piso por no pagar las facturas y deciden, como si tal cosa, hacer una película porno casera con ellos (y otros desconocidos elegidos por casting) como protagonistas.


"¿Hacemos una porno?" quiere alejarse de las comedias románticas más "convencionales" y pastelosas y se cree la más original y la reina de la fiesta cuando, en el fondo, es lo mismo con distinto envoltorio. Si algo se les critica a las comedias románticas es su surrealismo en la historia y su tópico final, aquí nos encontramos con lo mismo pero cambiado para la ocasión. Kevin Smith nos brinda una cinta con un vocabulario totalmente soez y varias escenas de sexo explícito pero no nos engaña y sabemos perfectamente cómo va a acabar la cosa desde el principio.


No estoy diciendo que la película sea mala, simplemente creo que hay que tener claro a lo que nos enfrentamos porque más de uno puede llevarse un buen zas. Teniendo claro todo esto hay que reconocer que la película entretiene y divierte (aunque menos de lo esperado) gracias sobretodo a los secundarios que circulan por la pantalla y con el casting de actores como escena cumbre del film. Pero lo que está claro es que esta película es especial gracias a Seth Rogen y Elizabeth Banks que se alejan de los estereotipos de guapos de revista haciendo que sus personajes te caigan en gracia desde el principio, algo que es de agradecer. Soportan facilmente el peso de la película sobre sus hombros desde el principio hasta el final.


"¿Hacemos una Porno?" va de lista y de superior pero se queda a medias. No solo peca en lo que un principio parece rechazar sino que además piensa que por tener muchos tacos y sexo va a ser especial y no lo es puesto que todo, absolutamente todo, se olvida a los pocos minutos de su visionado. Aunque tampoco hay que tirarse de los pelos ya que, al fin y al cabo, da lo que promete y entretiene a pesar de que el final made in Hollywood ya es parte de la tradición, la pareja tiene encanto y el que no deseara ese final que tire la primera piedra... visto, por mucho que queramos alejarnos, en el 90% de los casos acabamos haciendo (y deseamos) lo mismo porque parece que el amor lo puede todo aunque haya porno de por medio. El que espere ver la reinvención de un género que se aleje, el que quiera entretenimiento sano y pasajero ha encontrado una buena elección.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Downton Abbey; impecable, exquisita, perfecta



Hay una palabra para definir a la serie británica "Downton Abbey" y esa palabra es PERFECCIÓN. Perfección en ambientación, en diálogos, en historia, en actuación y en todo lo imaginable. Esa elegancia, tono y parafernalia no es soportado en numerosas ocasiones por un público acostumbrado a otra serie de cosas, en muchas ocasiones mamarrachadas de la peor clase que prefiero no nombrar.


"Downton Abbey" nos cuenta la vida y milagros de una familia adinerada, muy adinerada (los Crawley) y sus numerosos sirvientes, teniendo igual protagonismo en la historia tanto unos como otros pero siendo el pilar fundamental Lord Crawley (Hugh Bonneville), su esposa (Elizabeth McGovern) y sus tres hijas. No es que menosprecie a los sirvientes, todo lo contrario, declaro mi amor a la estupenda Anna (Joanne Froggatt) y un amor/odio perpetuo a Thomas (Rob James-Collier) pero siempre me ha ido más la parafernalia falsa y los buenos modales de malas ganas de los ricachones además de sus vidas atormentadas y problemas sentimentales. En este aspecto Lady Mary (Michelle Rockery), la hija mayor, se lleva la palma. La búsqueda de marido y la llegada del nuevo heredero de Downton, Matthew (Dan Stevens), la amargan aún más en su jaula de oro y se demuestra lo grande que es. Sus dos hermanas tienen menos protagonismo en un principio pero poco a poco se va viendo lo que van a aportar, la mediana, Lady Edith (Laura Carmichael) a la sombra de la primogénita y la pequeña (y guapísima) Lady Sybil (Jessica Brown-Findlay) feminista por decisión propia, un aplauso.



Maggie Smith es la estrella en la sombra, la "robaescenas" oficial y la reina de la función en cada aparición. Como he dicho, los sirvientes completan un círculo por el que van pasando personajes de toda clase y condición mientras la propia serie destila unos aires de grandeza que no solamente consigue sino que los sobrepasa con creces y lo que en un principio parece algo muy bonito y placentero se transforma en un vicio total y absoluto a partir de un magistral y sublime tercer episodio.


"Downton Abbey" se cree la octava maravilla del mundo... y lo es. Cada frase gesto y escena están medidas de tal manera que parece mentira que la fluidez y el desparpajo naveguen viento en popa y a toda vela, lo cierto es que no es tan extraño, los ingleses ya sabemos como son. Una enorme cantidad de personajes en un ambiente inmejorable donde uno no puede evitar sentirse fascinado ante cada giro y gesto.



La perfección puede ser su tumba en un futuro puesto que alguna pieza del círculo fallará tarde o temprano y muchos son los que se asustan ante una serie de época que les sobrepasa en todos los sentidos y que se cree la más lista del lugar pero la familia Crawley y sus orgullosos sirvientes tienen todavía mucho que contar, espero que así sea porque estamos ante una joya que no hay que dejar escapar.

domingo, 13 de marzo de 2011

Destino Oculto... o la espantosa ridiculez



"The Adjustment Bureau" (Destino Oculto en España) tenía todas las papeletas para ser un film medianamente original con toques fantásticos que unido a la presencia de actores buenos y conocidos nos hacía sentarnos en la butaca tranquilos y relajados para disfrutar del espectáculo... pues no, lo que tenemos es algo que no hay por dónde cogerlo.


Nos encontramos con Matt Damon que se enamora de una chica (Emily Blunt) pero, que mala suerte, el destino de ambos no era estar juntos y por ello unos tíos con sombrero se encargarán de impedir que se encuentren para que se cumpla el destino de ambos. Un comienzo prometedor que decae escena tras escena hasta llegar a una espiral de mamarrachadas y escenas de vergüenza ajena terminadas con un final made in Hollywood sacado de la manga porque sí.



Lo que en un principio parecía una trama trepidante y entretenida se convierte en un despiporre de situaciones ridículas y de vergüenza ajena con un Matt Damon que no sabe ni dónde está ni lo que hace y al que de vez en cuando le da por buscar a la mujer que ama, una Emily Blunt (a la que adoro y adoraré haga lo que haga) cuyo personaje pierde personalidad al mismo tiempo que los espectadores la paciencia al darnos cuenta de que por muy fantástica y original que quiera ser, la película no pasa de mediocre. Y no pasa de mediocre porque falla todo, el modo de contar la historia, las situaciones, la pareja protagonista... todo nos da igual hasta que llegamos al punto de tener que ver a un Matt Damon y su sombrero corriendo por las calles de Nueva York arrastrando a Blunt que ha salido de la nada por decimosexta vez mientras son perseguidos por un puñado de tíos a los que ni tememos y de los cuales nos reímos.



Cuando no tienes empatía con los protagonistas, cuando los supuestos malos no tienen carisma y cuando la historia y guión hacen aguas por todos lados lo único que te queda es el consuelo de alguna que otra escena de gran potencial y el hecho de que, al menos, no te duermes viéndola. Destino Oculto es, desde ya, una de las decepciones del año porque cuando uno va a ver una mierda a sabiendas pues no hay sorpresas ni desilusiones y hasta llega uno a pasárselo bien y verle el punto positivo pero de películas como esta siempre se espera ese "algo más" que Destino Oculto no llega ni a rozar.

domingo, 6 de marzo de 2011

Jo tía, que fuerte, una guerra de verdad



"Tomorrow, When the War Began" (Mañana, Cuando la Guerra Empiece) es el primero de una serie de libros que son un auténtico fenómeno en Australia, la adapción cinematográfica de esta primera parte ha sido la película más taquillera de 2010 en dicho país por lo que las secuelas están en camino. Llega a España esta primera parte sin que la conozca ni Cristo y una servidora habiendo visto ya todo lo que venía en la lista de "imprescindibles" (127 Horas, la grandiosa Cisne Negro, El Discurso del Rey...) optó esta semana por el entretenimiento más fácil. Una película adolescente que tiene sus partes buenas y malas y donde, estoy segura, el libro (el cual no he tenido el placer de leer) será mil veces mejor que la cinta.


"Mañana, Cuando la Guerra Empiece" no puede comenzar peor (nunca mejor dicho). Nuestra protagonista de turno decide, junto a su mejor amiga, ir de acampada a un lugar remoto en medio de la nada llamado Infierno (precioso nombre) pero lo hacen acompañadas de un séquito de adolescentes variopintos (tal y como manda la tradición) y a cada cual más mono: la rubia pija, el delincuente, la santa, el chulo, el asiático mudo... las subnormalidades profundas se van sucediendo hasta que, por fín, el esperado giro de guión ya contado en el título sucede y volvemos a interesarnos mínimamente por la película.



Al volver de la acampada la gente ha desaparecido y el pueblo y todo el país está invadido por unos soldados que siguen la ley de "A la mínima tiro en la cabeza", ya me entendeis, y, nuestros, en un principio, bobalicones adolescentes se transforman en una especie de guerrilla que lucha en esta guerra por recuperar su país. Estoy segura de que el libro logra mostrar ese mensaje del que solo se ven destellos en la película, el hecho de que unos jóvenes que nunca se han preocupado por nada, que siempre lo han tenido todo hecho derepente tengan que sobrevivir solos luchando por su vida y, por supuesto, matando a quien haga falta. Esa evolución de carácteres, esa maduración por parte de los personajes no se consigue del todo, puede que la chica religiosa sea la que más se acerque a lo que querían conseguir mientras la pija da más risa que otra cosa y los demás tampoco tengan mucho que aportar dejando el peso de la trama en una protagonista que logra salvar los muebles en determinados momentos de inspiración como cuando apunta con el arma al fumeta mientras tú solo puedes desear que dispare.



Destellos, destellos de calidad en actuación y en determinadas escenas que no son capaces de llegar a más. Momentos realmente entretenidos, palomiteros pero con su punto serio como la primera vez que llegan al pueblo para ver lo que está ocurriendo y son tiroteados sin piedad o la persecución en el camión de la basura se mezclan con cosas como conversaciones sobre chicos en medio de la guerra o líos amorosos salidos de la nada que hacen que tú también quieras salir, pero de la sala. Una de cal y otra de arena en un producto con ocasiones de gran entretenimiento estropeadas por empeñarse en lo más fácil, el ñoñerío de siempre fallando en lo peor que podrían hacerlo cuando tocan estos temas y es en no dotar a los personajes (dentro de su tópico) de la personalidad suficiente para empatizar con cualquiera de ellos aunque el esfuerzo de la protagonista se note en cada escena parece que estemos más ante un producto que podría haber dado más de sí en forma de serie de televisión que en película puesto que cuando aún estás medio conociendo a los personajes ya están en medio del pifostio.



Si bien es cierto que conociendo el bajo presupuesto de esta cinta australiana bastante para ponerse a aplaudir.  Producto adolescente que peca precisamente de ello, mucha rapidez y poco encanto con destellos de calidad aquí y allá que hacen posible una visión completa de un film que se empeña en repetirnos una y otra vez los valores que desea mostrar cuando deberían haber sido las propias situaciones las que debían haberlo hecho, aunque no se puede negar que la trama y los nenes montando una guerrilla llaman la atención cortando la cosa en el punto álgido en vista de secuelas. También es cierto que cuando uno se levanta de la butaca no puede evitar pensar eso de "Las he visto peores", algo que le viene a esta película como anillo al dedo. Pasatiempo pasajero (con intento de mensaje incluido) que se deja ver.