viernes, 15 de julio de 2011

Harry Potter y las Reliquias de La Muerte Parte 2, el momento de una generación


Antes de empezar advierto de que va a haber SPOILERS por todos lados (aunque lo cierto es que si te has leído el libro no pueden considerarse spoilers), lo digo para que nadie vuelva a ponerse histérico. En este blog suelen haber spoilers y, en este caso, me resulta imposible analizar la película sin mecionar las escenas y los momentos en cuestión. Allá vamos.


Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte Parte 1 puso el listón muy alto dando lugar a una película intimista, pausada y, en definitiva, emotiva y profunda. Era el preludio de lo que estaba por llegar, la batalla final.

Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte Parte 2 es una película más que notable pero lo cierto es que no es una obra cinematográfica perfecta. Sin embargo, ese notable alto sube sin miramientos hasta el sobre
saliente porque estamos ante algo que va más allá de una simple película, va más allá del entretenimiento... señoras y señores esto no es una película al uso, es una experiencia. Tras más de 10 años, el nivel de empatía con los personajes (a veces incluso más con los secundarios que con el propio Harry) es tan grande, la emoción por el final de una era es tan inmenso que los pequeños fallos (que los tiene, por supuesto) pasan de puntillas por una cinta que no solo da lo que promete sino que está hecha para cerrar perfectamente un círculo en el que entramos hace ya (aunque parezca mentira) muchos años.

Uno se sienta en la butaca y observa a su alrrededor las caras de la gente, la tensión, los nervios contenidos... y, al apagarse las luces, todo se intensifica pero sin llegar a extremos desmesurados, no vamos a ver tíos buenos sin camiseta, vamos a ver algo tan ancestral como la lucha entre el bien y el mal, algo tan mágico (nunca mejor dicho) como las historias de amor de unos personajes a los que hemos visto crecer, mezclado todo con un nivel de pirotecnia digno del final
de la saga con una historia que jamás se ha reido o ha tomado por tonto al espectador.

Obviamente, como a lo largo de todos estos años, Ha
rry, Ron y Hermione (a Emma Watson le auguro un gran futuro) llevan la batuta de la función desde un principio y nada más comenzar empieza el espectáculo. Hermione transformada (gracias a la poción multijugos) en Bellatrix da a Helena Bonham Carter los minutos de lucimiento que requiere en cada película desde su primera aparición. ¿La cosa va demasiado deprisa? Sí, cuando vienes a darte cuenta ya están en Hogwarts y no hay respiro posible. Los grandiosos secundarios no hacen otra cosa que demostras el por qué de su maestría, la profesora McGonagall (Maggie Smith) y Snape (Alan Rickman) roban planos y hacen que la risa y las lágrimas salgan sin medida. El momento en el que todos los profesores realizan ese escudo protector de Hogwarts es uno de los momentos más emocionantes de los últimos años. Mientras tanto, nuestros protagonistas luchan en un colegio (del que conocemos casi todo) que se va destruyendo poco a poco.

La verdad es que, pensándolo friamente, hay cosas mejorables. No se puede negar que la batalla podría haber tenido más momentos, aunque es épica tal y como está, lo cierto es que vemos luchar en todo momento a Harry, Ron y Hermione, relegando a los secundarios a un completo segundo plano con pequeñas escenas de lucha (con la clara excepción de Neville, convertido por méritos propios en el segundo heroe de la función) y donde no se nos muestran las mue
rtes de los personajes sino directamente sus cadáveres en el gran comedor. Si bien es cierto que hay un pequeño momento de decepción al observar como la muerte de Fred no ha sido mostrada como debiera, ese mini momento termina cuando observamos a la familia Weasley y cuando la cámara gira hacia Tonks y Lupin uno está ya tan exausto que no puede sino observar las imágenes mientras busca en su bolso un pañuelo para secarse las lágrimas. Destacar también la muerte de Lavender, corta pero realmente impresionante por inesperada en ese momento... y la de Bellatrix, que es exactamente igual que en el libro dándole a la Señora Weasley el reconocimiento y el aplauso de unos fans que siempre la han adorado.
También hay que destacar las escenas inventadas, algo que es casi imprescindible cuando hablamos de la adaptación de un libro. Lo cierto es que nunca me han importado si están bien metidas en la historia y aquí la mayoría lo están. Uno puede sentirse más o menos triste al ver como pequeños momentos o detalles no aparecen pero el conjunto es tan grande y demoledor que tapa cualquier agujero. Reconozco que me hizo gracia la relación amorosa (sacada de la manga porque sí) entre Neville y Luna pero también he de decir que me pareció totalmente metida con calzador aunque cumpla con su cometido, rebajar la tensión y dar en el gusto a un gran número de fans que, a pesar de que en libro no haya nada, siempre se han interesado por esta pareja. Ya digo que a mí me pareció totalmente prescindible lo que no quiere decir que sea horrible.

Hace unos meses, hablando con unos amigos sobre el final de la saga, uno de ellos me comentaba "Vosotros podeis decir lo que querais pero yo me siento en el cine a ver el beso de Ron y Hermione y lo demás pues bienvenido sea". No hay cosa que esté dividiendo más a los fans que el famoso beso que todos llevamos esperando desde que éramos críos. Está cambiado totalmente con respecto al libro y, en mi opinón, para bien. Por primera vez tenemos una escena de los dos completamente solos (en la cámara de los secretos) terminando en un beso que no es ni muy tímido ni muy sexual, es simplemente perfecto para ellos con unas risas al final que se contagian a un público que le dedicó uno de los mayores aplausos de la noche. Por supuesto, sus momentazos (de los que también presumía la primera parte) sacan lo mejor de un público que, al verlos aparecer de la mano ante Harry, no puede evitar algo que está al alcance de muy pocos, sentir, admirar y querer hasta el extremo a unos personajes entrañables.

El enfrentamiento entre el bien y el mal es el camino que hemos ido recorriendo hasta llegar a su conclusión con el combate entre Voldemort (un Ralph Fiennes en estado de gracia) y Harry Potter (un Daniel Radcliffe que ha ido mejorando muchísimo con el paso de los años). Resulta curioso como se resuelve todo de una manera tan bien llevada, donde cada uno toma su posición y lleva a cabo, aunque resulte poético, su destino de una manera memorable, todo bien rodado, contado e interpretado.


El tan comentado epílogo se mueve entre lo ridículo y lo entrañable. Es imposible tomárselo en serio pero no me malinterpreteis, realmente su grandeza reside en eso y aplaudo la decisión de haberse atrevido a realizarlo porque ese es el verdadero final de la historia, el observar como finalmente la vida sigue para los personajes y también para nosotros.

Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte Parte 2 es una gran película y, para los fans, es una experiencia única. Llegar a casa tras ver la cinta y observar en la estantería los DVD y los libros que te han acompañado toda la vida con una sonrisa melancólica no tiene precio. Muchos hablan de que con este final se dice adiós a nuestra infancia... no estoy de acuerdo, realmente se dice adiós no solo a nuestra infancia sino a algo más, a una parte muy grande de nuestra vida y tampoco se dice adiós, simplemente se cierra un capítulo largo y entrañable que por muy acabado y finalizado que esté nos acompañará siempre. Solo podemos dar las gracias a todos los que han tenido algo que ver en que todo esto haya sido posible y, sin duda, siempre recordaremos el momento en el que compramos y leímos el primer libro, el momento en el que vimos Harry Potter y La Piedra Filosofal (y pusimos cara a los personajes) y el momento en el que, ya mayores, hemos visto el final de una saga que para muchos es algo más que una película. Sin duda, GRACIAS.