miércoles, 27 de abril de 2011

Sunshine Cleaning, las vueltas que da la vida


Las películas independientes son mi debilidad. Esas que casi nadie soporta porque es todo el rato hablar, con escenas muy largas y sin efectos especiales o tiros de por medio son con las que yo más disfruto. Son las historias del día a día, de gente normal y corriente.


"Sunshine Cleaning" estaba en mi punto de mira desde que leí su argumento. El que dos hermanas muy distintas acaben limpiando (por motivos económicos) escenas de crímenes llama la atención de cualquiera y si a eso unimos actores de renombre pues esperamos mucho de la cinta en cuestión.




Cierto es que "Sunshie Cleaning" se mueve en un terreno fácil y los personajes están bien dibujados y definidos pero no te llena. Algo falla, revisioné la cinta en busca de ese gran fallo, puede que sea el desarrollo de la historia. Es como que la película no logra captar del todo tu atención y en ocasiones la fluidez de los acontecimientos brilla por su ausencia. Son los minutos en los que unas inexpertas Rose (Amy Adams) y Nora (Emily Blunt) comienzan a limpiar escenas del crimen cuando la película gusta, se disfruta y, en una palabra, brilla. Cuando dejan eso a un lado no son capaces de engancharnos con sus historias individuales por lo que en todo momento queremos volver a ver a las hermanas en acción. El abuelo es entrañable pero realmente no llegamos a conocerle del todo, la historia de Rose con el policia o la de Nora con la hija de una de las víctimas están bien desarrolladas e interpretadas pero no logran estar a la altura ni logran engancharnos en ningún momento. Las dos hermanas trabajando juntas son el alma de la película y parece mentira pero en los momentos en los que están separadas la cosa hace aguas y es cierto que en ningún momento llega a ser un desastre (ni muchísimo menos) pero es una lástima.




Amy Adams y Emily Blunt llenan la pantalla cada vez que aparecen juntas y pierden la fuerza cuando tienen que afrontar sus historias individuales, raro pero cierto. La verdad es que Blunt es la que está más inspirada dado que su personaje da mucho más juego y los personajes atormentados y rebeldes son los que consiguen más empatía con el espectador. Lo cierto es que todos los actores están correctos en sus papeles, no se les puede poner ninguna pega y el final, como suele ocurrir en estos casos, te deja con ganas de saber que les pasará en el futuro, sobretodo a uno de ellos.



"Sunshine Cleaning" es una buena película, muy digna y merece un visionado obligado pero se queda lejos del brutal y magistral dramatismo de "2:37" o de la fuerza narrativa de "La Boda de Rachel" (de la que tengo que hablar algún día) por poner dos ejemplos. Puede que la clave sea esa, que le falta una fuerza narrativa que solo se consigue en las geniales y divertidísimas escenas en las que dos hermanas que son polos opuestos tienen que unir fuerzas o puede que yo esperara demasiado de la película.

sábado, 16 de abril de 2011

El padrastro, mediocridad al servicio del lucimento corporal



Cuando uno no tiene nada que hacer durante toda una tarde es una mala señal y pasan cosas como esta. "Vamos a ver alguna película entretenida" me dije a mí misma y, bueno, una película ví pero lo de entretenida se quedó por el camino.


La trama de "El Padrastro" (remake del film del mismo nombre de 1987) recuerda en numerosas ocasiones a "Disturbia" (que a su vez era un homenaje a "La Ventana Indiscreta") y por ello las comparaciones son inevitables. "Disturbia" (2007) era una pequeña joya bien dirigida e interpretada (con un Shia LaBeouf en estado de gracia) que sabía manejar todos los elementos con la tensión a la cabeza hasta el final. "El Padrastro" (2009) es un mediocre telefilm de sobremesa con el que dormir la siesta.


Lo mejor de la película son sus dos primeros minutos en los que conocemos las intenciones de David Harris (Dylan Walsh), un psicópata de los de toda la vida que se dedica a liarse con mujeres viudas o divorciadas haciéndose pasar por el hombre perfecto pero que al final acaba matando a toda la familia. Su nueva víctima es Susan Harding (Sela Ward) pero el hijo mayor de esta, Michael Harding (Penn Badgley) resegresa a casa tras estar un tiempo en una escuela militar y sospecha que su padrasto no es tan santo como aparenta.



El problema de la película es que falla en todo lo que promete, todo lo que esperas mínimamente de ella no lo recibes en ningún momento. Es muy lenta, aburrida, sin sentido en ocasiones y, lo que es peor, ni la más mínima tensión en ningún momento. No puedes ni reirte de ella lo cual ya es el colmo de los males en estos casos. Los actores se dedican a intentar poner caras: cara de malo, cara de víctima, cara de duro buenorro, cara de tía buena... y a la vez andan de un lado a otro diciendo frases que ni sienten ni se creen y dónde únicamente Dylan Walsh como malo de la función está un poco inspirado pero en ningún momento llega a levantar un producto que se ve fallido una vez pasados los primeros cinco minutos. Lo único destacado (tal y como indico en el título del post) es el lucimiento corporal de los actores, mira, no todo iba a ser malo.




Penn Badgley y Amber Heard (que interpreta a la "encantadora" novia del primero) se pasan toda la película en la piscina o en ropa interior de un lado para otro, en serio, toda la película, eso es lo que nos llevamos tanto unas como otros. Actores jóvenes y con talento malgastando su tiempo (y el nuestro, que picamos por bobos) en una cinta en la que sus personajes tienen menos carisma que la suela de un zapato.


"El Padrastro" puede servir para echarte una buena siesta un Sábado por la tarde o si eres fan de los guaperas protagonistas. Como película deja mucho que desear y nunca demuestra ese "algo" por lo que merezca la pena ser mencionada, recordada o recomendada.

martes, 12 de abril de 2011

La saga Scream. Clásico al instante


Con "Scream" no hay termino medio, o la amas o la odias. Para unos es una basura que se cree la octava maravilla del mundo y para otros es la reinvención de un género, un clásico cinéfilo de obligado visionado. Estoy orgullosa de decir que estoy en el segundo grupo.


"Scream" se estrenó en 1996 como una película de terror adolescente (que es lo que es realmente) pero escondiendo un as bajo la manga. "Scream" no es una película de terror al uso tipo "Sé lo que Hicísteis el Último Verano", "Scream" es cine dentro del cine. Una película de terror llena de referencias a otras películas del género, incontables menciones y la antológica mención de las tres principales reglas para sobrevivir dentro de una película de terror: Ser Virgen, no tomar drogas y nunca, bajo ningún concepto, decir "Enseguida vuelvo" porque nunca lo harás.


"Scream" es especial desde esa primera escena en la que Drew Barrymore tiene que responder a unas preguntas de películas de terror si quiere salvar la vida. Desde ese momento vemos que esto es otra cosa.



El humor negro es el alma de la saga, continuado en una dignísima segunda parte y una más criticada tercera entrega, cada una con sus reglas a seguir. "Scream" mezcla terror, suspense y humor acrecentado con referencias de todo tipo. Todo batido pudiendo haber resultado el mayor de los despropósitos pero realmente convirtiéndose en algo que va más allá de una simple peliculita de terror. Te ríes con la película no de ella, eso es algo que hay que tener muy claro.


Los actores no pueden estar mejor. Desde una Drew Barrymore encargada de abrir la película en una escena que ya es un clásico en sí misma, hasta una Neve Campbell como heroina de la función por la que nos preocupamos y con la que sufrimos. Los personajes especulan entre ellos sobre quién es el asesino y cómo se van a suceder los acontecimientos hasta llegar a un final tan surrealista, tan "de película", que no te queda más remedio que aplaudir.




"Scream" encandiló a toda una gerenación y hoy en día sigue mereciendo el visionado de los amantes del género. También animo a los que no les gustan las películas de terror puesto que la cosa no es tan fuerte como muchos piensan. "Scream" es especial y distinta gracias a una historia, unos diálogos y unos personajes que son, en una palabra, entrañables.

jueves, 7 de abril de 2011

Soy el Número Cuatro... o cómo el final la salva del olvido




"I am Number Four" (Soy el Número Cuatro) es la adaptación cinematográfica del libro del mismo nombre el cual leí hace algún tiempo. A pesar de ello, he decidido valorar la película como tal y no como adaptación ya que, en este sentido, las versiones cinematográficas suelen salir perdiendo.


"Soy el Número Cuatro" tiene el mismo problema que la mayoría de films juveniles que llegan hoy día a nuestras carteleras, esa sensación de que la película se mueve entre tópicos bajo la ley del mínimo esfuerzo y entonces en los últimos minutos ¡Bang! Te meten la artillería pesada para decirte "Te jodes y esperas a la segunda parte" (si es que llega a haber). No me estoy quejando del hecho de que dejen la cosa abierta para una secuela sino del hecho de que lo único que les importe sea eso y en lugar de hacer un inicio y planteamiento a la altura de las circunstancias pasen de eso y al final pongan algo de empeño por si cuela, en esta ocasión la jugada les ha salido bien. Al igual que ocurría con "Mañana, Cuando la Guerra Empiece" estamos ante un episodio piloto que no sabemos si continuará o no (teniendo una mayor calidad en este Número Cuatro que en la de la Guerra, que para eso ha costado más pasta).



Así pues nos encontramos con el susodicho Número Cuatro, alias John Smith, (Alex Pettyfer) un extraterrestre del planeta Lorien que logró salvar la vida junto a otros chavales (nueve en total) y llegando a la tierra junto a sus guardianes que les enseñarán a controlar sus poderes para, juntos, poder derrotar a los Mogadorianos, raza alienígena que se cargó Lorien y ahora quieren cargarse la Tierra pero antes de eso tendrán que ir matando a los números uno a uno y por orden. Tras la muerte del Número Tres, nuestro Cuatro se muda junto a su guardián Henri (Timothy Oliphant) a Paradise (Ohio) donde comienzan los topicazos de la función: Chico conce chica, chico es extraterrestre y chica es tímida, buena persona y perfecta. Grupo de matones increpa al chico nuevo (extraterrestre que no puede usar sus poderes contra ellos y se frustra), chico extraterrestre se hace amigo del chaval más friki del instituto, los malos llegan a cargarse al chico extraterrestre que quiere proteger a su amada...



Lo de siempre. En los primeros minutos la mitología y cómo Cuatro cuenta la historia te entretiene para pasar enseguida a una "comedia" romántica al uso mientras el chaval va descubriendo y controlando sus poderes, algo visto 1.456.382 veces en otras películas. Uno llega realmente a preguntarse si va a pasar algo que realmente nos guste o emocione porque por mucha química que tengan Pettyfer y Dianna Agron nos empezamos a temer lo peor, no porque la película sea una bazofia sino porque es tan del montón, tan tópica y tan "lo de siempre" que en momentos te sales de la historia para pensar en tus cosas a pesar de que Alex Pettyfer luce muy bien palmito y de que Dianna Agron es muy mona y dulce. Por suerte para todos los últimos 20 minutos (lo que viene a ser el final) compensan todo lo anterior y logran (sorprendentemente) que salgas del cine especulando con la situación y queriendo ver cómo va a continuar la historia.

Es la grandiosa aparición de Número Seis (Teresa Palmer) la que levanta la película, ella llega y se los come a todos sin el mayor esfuerzo con la ayuda del amigo friki de Cuatro, de nombre Sam (Callan McAuliffe), que también roba parte del show. Son sus escenas de palos junto a Cuatro contra los malos lo que todos suplicábamos y se nos dió con creces notándose la mano de Michael Bay (que ejerce de productor). No puedes evitar pensar que todo habría sido mucho mejor si Seis hubiera aparecido antes porque cuando vamos a empezar a ver lo que realmente nos interesa las luces se encienden y nos tenemos que ir.



En definitiva, "Soy el Número Cuatro" se salva del olvido (y puede que de la quema) por su acción final que deja con ganas de más. El hecho de que Cuatro, Seis y Sam continúen la historia en futuras secuelas me parece interesante e incluso prometedor y sería algo para aplaudir dado que dejaríamos los topicazos de esta primera parte a un lado para entrar de lleno en acción. Uno sale del cine sin sentirse estafado y pensando que las secuelas podrían ir por buen camino... hoy en día somos muy optimistas o, definitivamente, estamos empezando a conformarnos con poco.

domingo, 3 de abril de 2011

Sucker Punch, pirotecnia al servicio de nada


No hace mucho uno se sentaba en el cine a disfrutar de un blockbuster como Dios manda, efectos visuales al servicio de una historia que te atrapa y te emociona. Vivimos un momento (cinematográficamente hablando) en el que lo anterior es la excepción, poquitos son los blockbusters que logran tener unos efectos (una pirotecnia) al servicio de "algo". Puede que sea el "Origen" de Nolan el último gran ejemplo porque en lo que se refiere a "Sucker Punch", cumple con creces lo de mucho ruido y pocas nueces.


El comienzo (al ritmo de Sweet Dreams) es lo más destacado de una cinta que navega sin rumbo fijo y sin historia que contar por tres realidades distintas que, por mucho que te esfuerces o por mucho que quieras que te gusten, te acaban pareciendo una fantasmada de tres al cuarto. No hay historia en "Sucker Punch", es así de simple. En un principio tenemos destellos de algo bueno con esa primera escena que nos muestra como Baby Doll (Emily Browing) intenta escapar de los abusos de su padrastro de la forma más dramática llendo a parar a una institución mental. Dicha institución mental (con sus respectivas compañeras de encierro) es el primer nivel mental de nuestra protagonista, ese primer nivel, ese manicomio es "la realidad", el mundo real. El segundo nivel es "el burdel" o puticlub de toda la vida donde las chicas hacen el trabajo más antiguo del mundo y, con la llegada de Baby Doll, un grupo de ellas intentarán escapar robando una serie de objetos. Cada vez que forman un plan, Baby Doll se introduce en un tercer nivel donde tenemos a las chicas vestidas cual fantasía erótica de pajillero preadolescente armadas hasta los dientes luchando contra enemigos de lo más variados y dándonos las escenas de acción espectaculares que todos esperamos. Aunque el paso de un nivel a otro descoloca en un principio, acabas pillándolo todo enseguida.



El problema de todo esto es que no hay chicha por ningún lado, no hay historia, no hay ni un pequeño detalle de profundidad en los personajes. Nada. Es lineal, plana hasta el extremo y no te importa absolutamente nada de lo que le pase a cualquiera de los que se pasee por la pantalla durante el metraje quedándote claro a los pocos minutos que esto es un divertimento adolescente que, al contraro que en otras ocasiones, solo encantará a los chavales de 7 a 14 años que no buscan una mínima historia. No estamos hablando de que peque de sencillita o de que tenga un guión flojito (como "Avatar") es que no tiene guión y si no tiene guión no es una película, es un videojuego en el que te la sopla lo que les pasa a los personajes. Las escenas de lucha son muy vistosas, son espectaculares (destacando la de las trincheras nacis) donde cualquier amante de la pirotecnia más cara y del espectáculo más bizarro (entre los que me incluyo) tiene su pequeña recompensa y el público masculino más, debido al lucimiento corporal de unas actrices que, cuando terminan sus minutos de pegar palos y tiros parecen realmente muñecas que no saben donde están ni lo que hacen.



¿Alguien puede decirme qué es lo que sabemos de Blondie (Vanessa Hudgens) a lo largo del film? Exacto, nada. Muchos podrán decir que es que no le pedían nada más a la película... mentira, yo soy la primera que voy al cine sabiendo lo que voy a ver y como mínimo hay que tener una trama que sostenga lo demás y aquí no la hay. Lo mejor que uno puede hacer es montar todos los videos de las escenas de acción, ponerles música cañera y disfrutarlos como espectáculo videoclipero pornoadolescente, intentar ver "Sucker Punch" como un blockbuster entretenido puede ser que de resultado en un principio hasta que lleguemos a un punto en el que veamos que, ni somos tan salidos, ni tan jóvenes, ni tan tontos como para hacernos creer a nosotros mismos que nos ha gustado.