domingo, 20 de diciembre de 2009

Girlfight, el boxeo como vía de escape


De vez en cuando nos topamos por casualidad con alguna película que no sabíamos que existía y resulta ser una joyita desconocida, eso es lo que me ha pasado a mí con Girlfight, cinta del año 2000 escrita y dirigida por Karyn Kusama y que fue el primer papel de Michelle Rodríguez y el que la lanzó a la fama.
AHORA COMIENZAN LOS SPOILERS:



Muchos pueden pensar que esta película va sobre una perdedora, yo diría más bien que es sobre alguien que no tiene nada que perder. Diana Guzmán (Michelle Rodríguez) anda por la vida sin ningún objetivo, su madre se suicidó, su padre intenta mantenerlos a ella y a su hermano y en el instituto siempre está pegándole a alguien. Es cuando va a buscar a su hermano al gimnasio donde boxea cuando decide apuntarse para dar clase aunque para ello tenga que robarle dinero a su padre o vender alguna joya. El boxeo no es su sueño (como sí que lo era para el personaje de Hilary Swank en Million Dollar Baby), yo diría que es una vía de escape.



Aquí no nos encontramos con malos y malas de instituto, ni con chicos guapos capitanes del equipo de football, simplemente vemos la evolución de un personaje dado que la película gira única y exclusivamente en torno a Diana, sus actos y decisiones hacen que durante el film te metas en su vida y no quieras salir, descubriendo cosas conforme avanza el metraje. Impagable es la escena en la que casi mata a su padre (si no llega a aparecer su hermano estoy segura de que se lo carga), impagable e impresionante dado que estamos demasiado acostumbrados a que el papá o la mamá no apruebe lo que su hijo o hija quiere hacer en la vida pero finalmente cedan al final al ver lo buenos que son en lo que hacen, aquí no, ella decide, actúa, explota contra su padre y casi lo mata por lo que hizo, desaparece de su vida y no volvemos a saber de él. ¿Lo hace para cumplir su sueño? No, y eso es lo curioso, caemos en la cuenta de que que no vamos a encontrar a un padre orgulloso al final, ni a una chica que logre ser famosa o que venza en el combate ante el rival más dificil y malote. Y en el fondo todo esto nos sorprende porque estamos ante una historia sencilla de una adolescente con una vida mediocre.




Vemos en todas las escenas lo fuerte que es, pero los sentimientos aparecen al conocer a Adrian Sturges y es entonces cuando volvemos a llevarnos un palo asistiendo a lo inevitable (ser vencido por ella en un combate de boxeo no es lo mismo que ser vencido jugando al parchís), los sentimientos encontrados afloran. Aplaudo sin dudarlo ese momento de celebración junto a su entrenador por el combate ganado y un segundo después, en la soledad del vestuario aparecen las lágrimas, el llanto dramático de cuando te han roto por dentro y no por fuera.




Karym Kusama nos muestra una historia realista y sencilla de alguien que no logra encontrar su camino, que no logra encontrarse a sí mismo y al final nos deja con la sensación de que sigue sin hacerlo. Michelle Rodríguez (hoy en día demasiado encasillada en papeles de acción) firma el primer y mejor (de momento) personaje de su carrera, haciendo que con una mirada sepamos todo lo que pasa por su cabeza sin tener que decírnoslo, también destaca en el aspecto físico pero ya sabemos todos que Michelle es una tía dura y no nos sorprendemos al verla boxear perfectamente :)


Yo finalmente me quedo con esa última mirada en zoom de Diana (grande Michelle Rodríguez en esta peli) como diciéndonos "no se a donde me va a llevar todo esto". Nosotros solo podemos suponerlo e imaginarlo y cada espectador lo hará a su manera. Me gusta pensar que finalmente es feliz aunque lo que realmente me gusta es darme cuenta de que me preocupo por un personaje de ficción (algo que no ocurre muchas veces).

Una escena: El llanto en el vestuario tras el combate.